
Dos caminos, dos vidas
Era un dia brillante, la sabana aun reseca, reflejaba el sol tropical. A un lado la montana y la carretera que corria por la falda de la montana. En sus laderas la montana se adornaba con una flor roja de un arbol del cual nunca puedo acordarme el nombre. Saliendo del tunel, de la oscuridad y del silencio ella me pregunto por el nombre del arbol que tenia esa hermosa flor y como siempre, no pude acordarme.
Ella se cubria con una gran cartera de cuero. Sentada en el asiento de

La carretera continuo su rumbo mientras yo me perdi en los laberintos misteriosos de sus ojos, sus labios y sus piernas.
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