Y sonreí... Me quede como una estatua, quería desvanecerme y no estar presente. La realidad era que tu acababas de entrar, abrazada con alguien a quien yo no conocía, al mismo restaurante en el cual yo cenaba. Caminaste en mi dirección y yo simule no verte ocupándome del lenguado en mi plato. A mi lado se encontraba el vacío que no hace mucho acostumbrabas a llenar tú, con tu alegria y belleza. Una tristeza me abrazo, al verte abrazada a alguien que no era yo. Comi lentamente saboreando cada bocado de mi lenguado a la Mernier acompañado de un albariño y termine mi cena con un sorbete de mandarina delicioso. Luego de cancelar mi consumo, me levante y al salir vi de reojo como pasabas un buen rato con tu compañero. Vi una vez más el importe de mi cena y no pude evitar sonreír.
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